A mis quince años recién cumplidos comencé a trabajar (obligada por las circunstancias mencionadas en mi anterior entrada) en la cocina de un colegio de monjas como ayudanta de las cocineras.
Las normas eran muy estrictas, tenía que estar interna y solo saldría los domingos desde las 15 a las 18 y desde luego sin contrato laboral, y con un sueldo acordado de palabra.
En la cocina trabajábamos, Dos monjas, una señora mayor (la recuerdo con cariño) otra chica y yo. Casi siempre las chicas que entraban en este trabajo eran jóvenes sin estudios ni recursos (para poder dar una DOTE) que querían ingresar en la orden como novicias y antes estaban un tiempo probando en ese puesto.
Los primeros días fueron durísimos. Nos llamaban a las seis de la mañana (Con tres glorias) que tenias que contestar, y enseguida asearnos un poquito y a la cocina. Preparábamos los desayunos para 200 personas ayudadas por las Escolanas (Estudiantas con beca) que venían de los pueblos y así se pagaban la manutención. A las ocho teníamos que ir a
Fueron días duros, pero no exentos de experiencia. Desde luego creo que esto me sirvió para darme cuenta de en que la vida nada te viene regalado.
Después de servir las comidas y fregar unas piladas de platos interminables y cacerolasmuy grandes nos dejaban descasar dos horas, en las cuales nos obligaban a ir a clases de costura.
A las seis de la tarde empezaba el preparado de las cenas y casi siempre teníamos que pelar unos cestos de patatas interminables. Bueno no entro en detalles, no quiero hacerme pesada.
Entretanto mi pandilla de amigas-os, que no estaban de acuerdo en que me hubiese quedado allí a trabajar y hubiese aceptado esas normas, venían algunos días por la tarde a llamarme por las ventanas de la cocina, y armaban una zapatiesta que a las monjas las tenían desesperadas, pero ellas creían que era por las estudiantes internas.
Las hermanas me hacían probar las tocas de las novicias y decían que estaba preciosa pero no pudieron convencerme, me había dado cuenta que el ambiente de las congregaciones no era tan bonito como lo pintaban. Lo primero que vi fue que había monjas de primera, de segunda y de tercera, me explico.
De primera = mujer inteligente, y con dinero para llevar buena DOTE
De segunda= Con dinero, aunque fuese cortita, ó inteligente con algún titulo académico unque no tuviese DOTE
De tercera = Sin estudios y sin DOTE.
Total que descubrí que allí al igual que en todas partes existían las diferencias sociales, las envidias, los celos, las zancadillas ..............
En fin la hora de descanso era a partir de las diez y derechitas a la cama.
Cuando paso un año y medio, comprendí que además de un desgaste físico muy importante como persona no me aportaba nada este plan de vida, y decidí cambiar de aires.
Continuará
20 comentarios:
Sabes Josefina vengo a leerte con atención casi puedo sentir el desgaste físico a que te sometían…si fueron días duros que te lleno de experiencias para formar la maravillosa persona que eres ahora …en todos los ámbitos de la vida existen esas diferencias aunque no queramos admitirlo …las envidias …los celos y las zancadillas …en fin es la vida …seguiré leyendo tus vivencias amiga …besos
Bueno, ahora que me he calmado un poco, por un tiempo, menos mal que había leído esta entrada antes porque sino no sé si podría escribir algo...
Cierto, muy cierto, sus problemas sin resolver los proyectaban en su entorno... Unas eran verdaderamente mojas, con esa entrega dulce, serena y protectora, pero la que salía retorcida, ay, ay, ay...
Me alegra saber de tus amigos que te apoyaban, bueno tener amigos, muy bueno.
A mi me tocó también colegio de monjas...
Bueno ahora me seguiré riendo, con tu permiso, que sé que me lo das con el corazón :)
Un cariñoso abrazo y buenas noches :)
Querida Josefina, cómo me gusta leer tus experiencias, es como si te oyera. Tiens tanto que contarnos... Volveré, por supuesto, a seguir escuchándote.
Un abrazo.
Hola Josefina, me gusta mucho que cuentes esas vivencias, recuerdos que parece sucedió ayer, seguiré visitándote. Muchos besos, Inés
Me gustan mucho estos trozos de tu vida.
Me parecen muy interesantes sobre todo por el análisis que vas haciendo de ellos, o sea, no sólo por lo que cuentas sino por tu visión de ahora sobre aquellos tiempos.
Gracias.
Besos.
Muy dura esa experiencia junto a las Hermanas. Menos mal que decidiste irte de ese mundo. Gracias por acercarte a mi blog. Te sigo leyendo. Un abrazo.
Menos mal que no te convencieron para quedarte allí porque, entre tu y yo, creo que esa cosa que se ponen en la cabeza no te quedaría tan bien como decían que te quedaba.
La cocina es todo un arte para el paladar, una exquisitez,
una hermosa experiencia que con el paso del tiempo se aprecia cada vez mas llegando a la cocina creativa,
gracias por compartir tus experiencias, un placer leerte.
que tengas un feliz dia
un beso
RMC
Me gusta leer tus vivencias. Es casi como si fuesen mías. Yo empecé a los catorce en un restaurante.
Es duro ese trabajo, muy duro.
Besos
Trabajar en una cocina para tanta gente, debe ser agotador, así lo has manifestado. Y si a eso le sumas el clima en el que vivías, debió de ser muy duro. También eran otros tiempos, porque ahora creo que esto no se permitiría.
Supongo que la parte buena debió de ser lo que pudiste aprender estando entre fogones.
Besos.
VAYAS SI HAS VIVIDO... PUEDES CONFESARLO... COMO EL POETA... Y HA SIDO INTENSA TU VIDA... Y LO MÁS BONITO ES QUE HOY LO ES TANTO... TANTO... COMO QUE PUEDES COMPARTIR TUS EXPERIENCIAS EN TUS PALABRAS BONITAS... GRACIAS POR HACERLO...
UN ABRAZO MUY FUERTE...
Una dura juventud, pero estoy segura que aunque al contarlo lo parezca mucho mas, tambien sacaste cosas positivas, de todo se aprende y ahora, eso, te hace recordar y contarlo, buena semana, un abrazo.SEFA
Los celos y discordias y las categorias siempre existiran asi como el abuso en el trabajo a los menores de edad, felizmente superarte con buen puerto, estere atento para leerte más.
un beso
¡q experiencia tan dura para una niña¡ me recuerda las q me contaba mi madre . Tuvo q venirse a Madrid con 14 años para ganarse la dote, fregando suelos y en algunas casas pasando hambre y falta de consideración. Por no hablar del salario.
Hola esta claro que la escuela de la vida la que mejor enseña. Saludos
Josefina, soy consciente de las condiciones de aquella época, pero me fascina leerte. Espero la continuación.
Muchos besos
No sabía que tambíen había clasificaciónes de este tipo en los conventos. No me extraña. Como dice Haideé las habría algunas por vocación, pero otras...
Así le pasó a mi hija que, después de haber estado desde los dos años y medio hasta los 17 en un colegio de monjas. No quiere ni oír hablar de ellas.
Creo que exagera un poco.
Un beso. MCM
Josefina... he llegado aquí gracias a algunos comentarios que has hecho en mis páginas. Llevo un rato ojeando tu espacio y me gusta. Si me lo permites me quedo y nos conocemos más. ¿Vale?.
Saluditos de mi mundo al tuyo.
Confieso que yo no hubiera durado mas de un mes en ese infierno (nunca mejor dicho). Me ha sorprendido que hubiera monjas de
1ª,2ª y 3ª. Bendito el dia que decidiste marcharte de ese lugar. Gracias por compartir con nosotros esas vivencias llenas de vida y optimismo.
ufffff, menos mal que no tardaste mucho tiempo en darte cuenta, que aquello no te aportaba nada.
Te sigo
Un abeazo
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