Y llego el día de mi partida hacia lo desconocido ALEMANIA.
Me había costado prepararme para el viaje, necesitaba ropa y dinero para imprevistos que pudieran surgir (el viaje lo teníamos pagado hasta el destino). En la estación había mucha gente a despedirme, aparte de mi familia, yo pertenecía a un grupo de Juventudes Obreras Católicas – JOC- y todos estaban allí, me despidieron con el himno que cantábamos cuando teníamos nuestras reuniones, fue muy emocionante sobre todo para mi que marche de Huesca pletórica, con esa despedida me sentí importante.
Cuando el tren se puso en marcha me empezó un cosquilleo que ufffffff.
Era la primera vez que me separaba de los míos.
Hasta Zaragoza nos acompañaba el novio de una de las del grupo, y claro el era muy majo y nos hizo pasar un poco los nervios de las despedidas.
En Zaragoza pasamos unas horas hasta que salio el tren directo para Irún allí (en Zaragoza) se nos unieron mas personas que iban también a ALEMANIA.
En Irún nos recogieron en autobuses y nos llevaron a comer a unos recintos que tenían para este fin. Allí nos juntamos mucha gente, la suficiente para llenar un tren, venían de distintos lugares de España.
Yo allí me sentí muy mal tantas gentes, por los altavoces nos decían lo que debíamos de hacer y que sobre todo no nos llevásemos los cubiertos pues se necesitaban para la próxima expedición.
Recuerdo muy bien que lloré con ganas un buen rato, creo que fue una buena terapia.
El tren se lleno, recuerdo que era un vagón con asientos tapizados el que nos toco a nuestro grupo, estábamos cansadas y dormimos toda la noche.
Por la mañana ya vi las cosas de otra manera, había gente mayor pero la mayoría eran jóvenes, y claro donde hay juventud hay alegría.
No tardaron en asomar sus narices algún que otro muchacho pues la verdad que nosotras después de superar nuestras despedidas armamos bastante gresca.
Nos quedaba todavía otra noche en el tren pero a la siguiente madrugada,
Llegamos a Colonia, estación en la que por megáfonos y atendiendo a los números que nos habían repartido en el tren teníamos que enlazar con los trenes que por fin nos llevarían a nuestro destino.
Nuestro lugar de trabajo era en la ciudad de LIPPSTAD, y claro no fuimos solo nosotras, nos juntamos en total más de 50 todas mujeres.
A última hora de la tarde estábamos en lo que seria nuestra casa, una magnifica residencia en la que habitaban más de quinientas mujeres todas españolas.
Seguiré pues queda mucho por contar.
Os quiero pedir perdón por mis posibles fallos en la forma de redactar, tengo la opción de pasarlo a una querida sobrina (filóloga ella para más señas) para que me haga las correcciones. Pero no, yo quiero ser humilde
Y dar de mi lo que tengo.
Josefina